Imágenes de los molinos y la Albolafia de Córdoba

En el curso del Guadalquivir a su paso por la ciudad de Córdoba, y junto al Puente Romano, se encuentran unos molinos y ruedas hidráulicas de carácter muy singular, cuyos orígenes nos aproximan a la propia razón de ser de la ciudad en relación con el río. Su imagen ha jugado un destacado papel en la configuración del paisaje de Córdoba a lo largo de la historia, ya que aparecen en las principales vistas de la ciudad dibujadas desde el siglo XVI hasta nuestros días, algunas de las cuales se presentan en este artículo.

Vista de Córdoba, con el puente romano y el Guadalquivir. Tarjeta postal editada hacia 1905 y fotografía en tiempos recientes.

 

BREVES DATOS HISTÓRICOS

Diversos estudios sobre ruedas hidráulicas coinciden en situar sus orígenes en el Mediterráneo oriental hacia el siglo I-II a.C. Las primeras noticias sobre la existencia de ruedas horizontales se encontrarían hacia el año 85 a.C. Vitrubio describe hacia el año 27 a.C. el hidromolae (o molino hidráulico), cuya estructura básica ha pervivido hasta nuestros días, aunque dicho tipo coexistiría con otras ruedas movidas por bestias e incluso por esclavos.

Hacia el siglo X se datan las primeras referencias sobre ruedas hidráulicas usadas para regar los jardines de la residencia construida por Abd Allah (888-912) en la ciudad de Córdoba.

Estado actual del Molino de la Albolafia dentro del cauce del río Guadalquivir próximo al Puente Romano, uno de los accesos a esta histórica ciudad. ©AramcoWorld. Dick Doughty

Según una crónica árabe descubierta por Leví Provençal, la gran noria junto al puente fue construida hacia el año 1136-1137 por el emir Tasufín, gobernador almorávide de Córdoba. Se denominaría “La Albolafia”, que puede traducirse como “de la buena suerte”, o “de la buena salud”.

También hay noticias del siglo X sobre los molinos que compartían la azuda o presa con la Albolafia.

En la primera mitad del siglo XII, al-Idrisi describe un dique sobre el que se situaban tres edificios con cuatro molinos cada uno. Más tarde, al-Himyari describe nuevamente la existencia de un malecón construido con piedras de talla, aguas abajo del puente, que tenía como misión evitar que el río estropease la orilla, y que soportaba tres molinos, con cuatro piedras cada uno.

La primera alusión cristiana a dichas edificaciones cordobesas data de 1237, cuando Fernando III concedió a don Gonzalo, obispo de Cuenca, a don Tello Alfonso y a don Alfonso Téllez cuatro ruedas de aceñas, situadas en la “azuda de Culeb”, nombre que debió tener dicho lugar en época musulmana. En 1492, la reina Isabel la Católica mandó desmontar la rueda de madera de la Albolafia, porque su “chirrido rítmico” o “lamento repetitivo” la desvelaría cuando habitó el Alcázar cristiano en el caluroso mes de junio. Más tarde, el cronista Ambrosio de Morales (1513-1591) nos traslada su asombro por “aquel soberbio edificio, llamado agora el Batán del Albolafia”. En 1574 y 1588 los propietarios de la rueda de la Albolafia, las monjas de Jesús y María, realizarían obras de restauración dirigidas por Juan de Ochoa, Maestro Mayor de las obras de la ciudad. Puede destacarse, según esos documentos, que algunos molinos contaban con más de una rueda, a veces con distintos arrendatarios, aunque su propiedad sería unitaria. También resultan curiosas algunas referencias a la entrega a la iglesia de las ruedas (con su parte de canal en el Guadalquivir) a cambio de privilegiados lugares de enterramiento o misas in memoriam.

Su posible uso como fábricas de papel es un tema interesante pero poco documentado, sobre todo en época califal, en la que algún autor identifica a los molinos de la azuda, bajo el puente romano, como molinos papeleros. Es sabido que las técnicas del papel llegarían pronto desde Oriente hasta al-Andalus, y existen noticias sobre impresionantes bibliotecas cordobesas, como la de al-Hakam II, con cerca de cuatrocientos mil ejemplares, o la de Ibn Futais (un edificio entero, con pasillos, escalinatas y anaqueles llenos de libros…), que sugieren la existencia de dichas industrias de fabricación de papel. También existen noticias sobre una fábrica de papel hacia mediados del siglo XVIII, en la segunda azuda bajo el puente romano, junto al actual puente de San Rafael, que desaparecería al no contar su producción con suficiente blancura.

 

IMÁGENES PAISAJÍSTICAS DE CÓRDOBA

Vista de Córdoba, con el puente y el río Guadalquivir. Tarjeta postal editada por Purger & Co. hacia 1905.

Tras rastrear una amplia bibliografía con objeto de reunir imágenes significativas sobre Córdoba en los últimos cinco siglos, debe advertirse que la ciudad cuenta con un importante legado de vistas paisajísticas. Muchas de ellas son poco conocidas, pero otras se han reproducido en reiteradas ocasiones y han sido esenciales para el conocimiento de la ciudad y la universalización de su imagen más allá de nuestras fronteras.

Al revisarlas es fácil constatar que, a diferencia de otras ciudades que cuentan con diversos perfiles paisajísticos de interés visual, Córdoba ha sido dibujada, fotografiada e inmortalizada, en la mayoría de los casos desde la orilla izquierda del río, encuadrando su perfil más fotogénico: con el Guadalquivir y el Puente Romano en primer plano, junto a los molinos y la Abolafia, con la Mezquita y el casco histórico detrás, y Sierra Morena al fondo.

Dada la abundancia de imágenes disponibles, aquí solo se presentan algunas de ellas, atendiendo a ciertos detalles y a su entorno cercano, considerando que su análisis puede ser objeto de investigaciones más amplias y abiertas.

PRIMERAS IMÁGENES

Una de las primeras representaciones conocidas sobre las ruedas hidráulicas cordobesas es la que aparece en un sello de la ciudad del año 1357 que muestra sus principales rasgos de forma idealizada. Al fondo se incluye la muralla, la mezquita con su alminar islámico, sus cubiertas y las palmeras del Patio de los Naranjos. En primer y segundo plano, aparece el río y la rueda de la Albolafia, con un exagerado tamaño respecto al Puente Romano, quizás para resaltar su importancia simbólica.

Una de las más importantes imágenes de Córdoba a lo largo de su historia es la dibujada en 1567 por Anton de Wyngaerde, pintor al servicio de Felipe II. Forma parte de una excelente colección de vistas de ciudades prácticamente desconocidas hasta su publicación en 1986. El dibujo incluye abundantes detalles de gran verosimilitud, lo que le confiere gran valor documental, casi notarial. En primer plano aparecen edificaciones de la orilla izquierda, donde se situaría el arrabal de la Saqunda, habitado por comerciantes y artesanos en tiempos de al-Hakam I. Este sería saqueado y arrasado; luego usado como cementerio, hasta finales del siglo XV, llamado entonces Campo de la Verdad, donde surgiría el Arrabal de los Corrales. También aparecen pequeñas embarcaciones navegando entre el molino de Martos y el Puente Romano, en el llamado Tablazo de las Damas, donde sería frecuente el baño y el paseo en barcas. Aguas abajo del puente se dibujan la Albolafia y los tres molinos, llamados hoy de Don Tello (o Pápalo Tierno), de Enmedio y de San Antonio. Por entonces ya destacaba la abundante vegetación de su entorno, que hoy se conoce como el Paraje Natural Sotos de la Albolafia. Los tres molinos tienen una sola planta y ruedas verticales, pero la Albolafia aparece sin su rueda, que fue desmontada en 1492, como ya hemos comentado. En el dibujo se detallan con bastante precisión elementos arquitectónicos (escalerillas, huecos, incluso aparejos) cuya información coincide con dibujos posteriores o fotos del siglo XX.

Otro grabado sobre Córdoba aparece en una importante colección con cerca de 540 vistas de ciudades del mundo, conocida como Civitates orbis Terrarum, dentro de su tomo VI, fechado en 1617. Esta vista tuvo una destacada repercusión internacional, pues hubo ediciones de la obra en varios idiomas y diversas copias en los siglos XVII y XVIII que son menos conocidas (Meisner, 1625; Van der Aa, 1707). No obstante, sin restar mérito al grabado, es fácil constatar que la vista es menos fiable y precisa que los dibujos de Wyngaerde. En el molino de San Antonio ha desaparecido la rueda vertical, modificándose su acceso desde la ribera derecha; y no se dibuja la Albolafia, quizá por error, volviéndose a constatar la existencia de abundante vegetación.

VISTAS DE LA PRIMERA MITAD DEL SIGLO XIX

El puente y el Guadalquivir. Grabado publicado por Alexandre Laborde en 1812.

La importante publicación de Alexandre Laborde, Voyage pittoresque et historique de l’Espagne, contiene en su tomo II (1812) 21 vistas de Córdoba, dibujadas con gran rigor y precisión. En una de ellas aparecen el puente y otros tres molinos, aún con una sola planta. Aparecen dibujadas las azudas o presas, y también la compuerta del aliviadero de agua situada junto a la entrada del molino de San Antonio. También se aprecia el despiece del malecón de piedra que conduce desde la orilla a dicho molino, el puentecillo de piedra de acceso y una pequeña plataforma sobre la que, posteriormente, se amplió su edificación. En el molino de Enmedio aparece una escalera que arranca desde el agua, posiblemente para el acceso desde barcas o incluso para llegar a pie en épocas de estiaje. De igual modo, se detalla una pequeña dependencia sobre la sala de las piezas, la troje o almacén donde se guardaba el trigo a la espera de ser molido.

El puente y el río Guadalquivir. Litografía coloreada, dibujada por David Roberts en 1832 y publicada en 1837.

La Albolafia. Litografía coloreada, dibujada por David Roberts en 1832 y publicada en 1837.

En enero 1832 se fechan los dibujos de David Roberts que sirvieron de base para bellas litografías y grabados publicados pocos años después. Este famoso viajero escocés y pintor de arquitecturas, a veces manipulaba sus vistas con gran maestría, por razones puramente pictóricas, por lo que sus bellos dibujos deben analizarse con especial cautela. En una vista con el puente y la mezquita al fondo, en primer plano figura el estado de abandono de los tres molinos, que han perdido definitivamente sus ruedas hidráulicas verticales. En el costado del molino central se aprecia el arco de medio punto junto al que se situaba la rueda y el lugar de penetración del eje hacia el interior de la sala que alojaba la maquinaria de la molienda. El molino de Pápalo Tierno presentaba un recrecimiento de su edificación.

En la fachada del molino de San Antonio, sobre la puerta adintelada con viga de madera, se aprecia una hornacina con una pequeña imagen y a su izquierda hay un pequeño hueco de ventana. Esta composición de su fachada se mantuvo tras las obras de ampliación del molino, reflejadas en postales de principios del siglo XX.

El puente y el Guadalquivir. Fotografías de Jean Laurent, h. 1867.

Además, se detalla la ejecución de las azudas o presas con estacas hincadas y trasdosadas con tierra, y no con firmes de obras de fábrica, como ocurría en los cercanos molinos de Martos o Don Lope, ambos situados aguas arriba.

El puente y el Guadalquivir. Fotografía de Lucien Lévy, 1888.

Resulta de gran interés comparar otra vista sobre la Albolafia, que publicó Roberts y que ha sido analizada por diversos estudiosos, con una menos conocida que publicó el barón Taylor poco tiempo antes (entre 1827 y 1832). Ambas documentan con precisión el estado del edificio desde un punto de vista poco frecuente, aguas abajo con el puente de fondo, mostrando la calzada que bordea la orilla derecha, construida por Abd er-Rahman II en al año 827, quien también levantaría la puerta denominada Bab al-Sudda, derribada en 1822. Su nombre indica la existencia de una sudda o sudd, azud o azuda, o sea, una presa para elevar el nivel del río junto a las ruedas hidráulicas o molinos. Esta puerta se uniría a la Albolafia mediante grandes arcos cuyos arranques se observan en estas vistas y que fueron estudiados por Gómez Moreno en 1906. En ambas imágenes se aprecian muros calados por arcos de herradura que avanzan sobre el río al objeto de encontrar un mayor caudal de agua para la rueda. No obstante, entre ambas vistas existen singulares diferencias. Taylor dibuja obras de mampostería que arrancan bajo el nivel de agua y no incluye la rueda vertical. Por el contrario, Roberts sí dibuja una rueda vertical que parece ser una rueda de molino, con menor tamaño que la que hoy tiene la Albolafia, para ascender el agua hasta el nivel del canal situado sobre los arcos citados. Además, destaca la edificación que Roberts dibuja apoyada sobre una estructura palafítica de madera, y que Taylor no recoge. La precisión con la que Roberts dibuja dicha estructura podría dar credibilidad a esa solución, inusual en los molinos construidos en el Guadalquivir. Sin embargo, una fotografía de J. Laurent de la segunda mitad del siglo XIX corrobora que no existía la estructura palafítica, sino la dibujada por Taylor, a pesar de que su dibujo parece menos verosímil por sus deformadas proporciones. Según se ha dicho, no resulta extraño que Roberts manipulase la situación real del edificio, idealizándolo de manera pictórica, e inventando una rueda que tampoco aparece en la vista de Vivian que citaremos más adelante.

La Albolafia y el Alcázar. Grabado, dibujado por David Roberts en 1832 y publicado en 1836.

 

Un grabado basado en otro dibujo de Roberts, con el título “Prisión de la Inquisición”, muestra el río, la Albolafia y el Alcázar como fondo. Históricamente la zona de los molinos ha estado vinculada a muertes y ajusticiamientos y desde tiempos del califato allí se exhibían los cuerpos de los ajusticiados. En época cristiana, en las isletas cercanas al puente se quemarían a los infelices sentenciados por la Inquisición. En el primer plano del dibujo unos personajes caminan sobre el malecón, junto a embarcaciones y nasas de pescadores. Dichos datos, así como la configuración arquitectónica de la Albolafia concuerdan con otros autores, aunque el paisaje que la rodea (jardines, murallas, torres, acueductos…) parece reinterpretado con singular audacia.

En 1838 se publicó otra exquisita vista de la Albolafia desde el puente, dibujada por un gran artista londinense, George Vivian, que muestra con precisión sus detalles. En el cuerpo inferior de su arco central se sitúa un puentecillo que permitía el paso desde el paseo del arrecife a las isletas con frondosa vegetación. Aparecen dibujadas las estacas hincadas para contener el agua y destaca la ausencia de la rueda vertical, de acuerdo con la vista de Taylor antes citada. Aunque sería frecuente que los grabados de la época se ambientasen con personajes inventados, en este caso se dibujaron pescadores con cierta credibilidad, pues se sabe que estos canales, denominados “canales de pesquería”, se arrendarían junto a los molinos para dicho uso.

 

LA LLEGADA DE LA FOTOGRAFÍA HACIA 1850

La panorámica del arquitecto Alfred Guesdon, dibujada hacia 1853, una pionera representación de la ciudad de Córdoba tomada desde un punto de vista aéreo, cuenta con una gran exactitud documental. Seguramente se obtuvo usando primitivas fotografías tomadas desde un globo aerostático, según un artículo publicado por Gámiz Gordo y García Ortega (2018). Su encuadre incluye el río y sus molinos en primer plano, con la ciudad amurallada al fondo, pudiéndose verificar la exactitud de sus detalles, que concuerdan con los de anteriores imágenes. Así, en las isletas del río hay una frondosa vegetación; aparece la alameda que recogía el paseo del arrecife bordeando la muralla del Alcázar y se reflejan con gran precisión las edificaciones del entorno de la Albolafia.

En la segunda mitad del siglo XIX, se multiplicaron los nuevos testimonios gráficos de diversos fotógrafos. Entre ellos, llama la atención una vista panorámica de Laurent que incluye todo el puente y el edificio de la Albolafia, cuya configuración coincide con el grabado de Taylor antes citado. En el otro extremo de la panorámica aparece el molino de Don Tello, ampliado con una planta más levantada sobre su estructura inicial.

La Albolafia. Tarjeta postal editada por Hauser y Menet hacia 1900.

Desde 1895, Hauser y Menet, y otros después, publicaron reproducciones fotográficas en tarjetas postales, incluyendo la Albolafia y los molinos. En ellas se aprecian diversas intervenciones en sus edificaciones que reflejan la continuidad de su uso. Así, en postales fechadas hacia 1905, los molinos de Don Tello y San Antonio aparecen con una planta más. Este último, se amplió ocupando la explanada que existía junto a su acceso, con una nueva fachada que repite miméticamente la original. No obstante, el molino de Enmedio, con un acceso más complicado desde la ribera, muestra el ruinoso estado en el que ha permanecido hasta tiempos recientes.

La Albolafia. Fotografía anónima hacia 1905. Archivo Espasa.

Finalmente, cabe destacar una foto de autor desconocido, del archivo Espasa, fechada hacia 1905 en la que aparece la ejecución de obras de excavación y consolidación de la Albolafia. Se aprecian con singular exactitud sus elementos constructivos y, especialmente, el cuerpo edificado, que hacia 1950 fue demolido con motivo de las obras de la circunvalación situada en la margen derecha del Guadalquivir.

 

Por:

Antonio Gámiz Gordo, doctor arquitecto, Universidad de Sevilla
Diego Anguís Climent, doctor arquitecto, Universidad de Sevilla

 

 

Vista actual del Molino de San Antonio a la izquierda, y la vegetación dentro del cauce del río a la derecha.

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