Paseos por Almería

 

Cuando diviséis el castillo de Almería, estáis próximos a un océano de generosidad, su puerto es perla y coral. Cuando partís, vuestro corazón se llena de recuerdos.

Ibn Darray al-Qastalli

El Cerro de la Alcazaba fue objeto de la más temprana ocupación en época prehistórica, en un período que podría situarse en la Edad del Bronce. Posteriormente en época prerromana nos encontramos con hallazgos fenicios. De época romana, son numerosos los restos de construcciones hidráulicas y fragmentos cerámicos hallados en las excavaciones, abarcando una amplia cronología desde el primer siglo de la era a las últimas producciones de cerámica fina, con especial incidencia en el período final o tardo romano (siglos V a VII).

Está ocupación abre la posibilidad de la permanencia del hábitat hasta la «fundación» de la ciudad en el año 955, en base a una pequeña población marítima dependiente del interior (Urci, la Bayyana musulmana, actual Pechina), de la que sería puerto natural y cuyos vestigios se encuentran en diversos lugares de la actual ciudad. Las primeras noticias fidedignas sobre la Almería Musulmana se remontan al siglo IX, cuando Abd al-Rahman I encomendó la vigilancia de la costa a un grupo de yemeníes con el fin de impedir el desembarco de los normandos. Junto a la población autóctona, se formó una república de marinos con sede en Pechina, y cuya prosperidad se basaba en el comercio, especialmente con el Norte de África.

Pechina se engrandeció y adquirió características de verdadera ciudad, siendo Almería en los siglos IX y 1ª mitad del X, el barrio marítimo de Bayyana, habitado por comerciantes y pescadores y defendido por una torre vigía o atalaya, para así controlar fácilmente la bahía. La torre de vigilancia se situaba en lo más alto del Cerro de la Alcazaba, en lo que hoy es el tercer recinto. De esta torre vigía o atalaya procede el nombre de la ciudad: Al-Mariyat Bayyana, la atalaya de Pechina. Tras la victoriosa lucha contra los rebeldes mozárabes, Abd al-Rahman III (912-961) dispuso trasladar la capital de la cora de Pechina, y la llamada atalaya de Pechina recibió el título de «ciudad». Se fundó una Mezquita Mayor y se construyó una muralla unida a la fortaleza. La ciudad quedó configurada alrededor de un núcleo central amurallado, La Medina, donde se concentraban la Mezquita Mayor o Aljama, la Alcaicería, las Atarazanas y el Zoco. Fue el inicio de la creciente importancia de Almería como ciudad costera y puerto comercial de especial relevancia con el Mediterráneo.

El centro religioso y comercial lo arropaban los arrabales, Al-Hawd y La Musalla, formando ciudades independientes, donde la población se agrupaba por origen, creencias y oficios. En 1009-10 comenzó la Guerra Civil, y la ciudad asume una de las Taifas más florecientes. Con la desintegración del Califato, a la muerte de Hixem II, Jayrán se apodera de la ciudad, la independiza de Córdoba y la convierte en Reino de Taifa. Jayrán amplió y reforzó la fortaleza, y  Almotacín alcanzó la gloria efímera al rodearse de literatos y poetas en su pequeña corte ilustrada.

En este siglo XI, Almería fue el puerto más internacional de al-Andalus. El producto que más se exportaba era la seda, de excelente calidad y numerosa variedad de tejidos, que dieron fama a la ciudad con sus múltiples telares.

Almería, pese a todo, no pudo hacer frente a los Almorávides y, posteriormente, el esplendor económico atrajo la atención de los reinos cristianos, al mando de las tropas de Alfonso VII. La toma de la ciudad por los cristianos se realizó en 1147. Diez años después, en 1157, los almohades la reconquistan. Esta breve conquista de la ciudad supuso un quebranto económico.

Tras los almohades, entra el período nazarí en el siglo XIII en Almería, participando ésta en las continuas luchas internas que tuvo que afrontar el Reino Nazarí. Finalmente, mediante las campañas de 1488 y 1489, el territorio almeriense pasa a la soberanía castellana, y es el 26 de diciembre de 1489 cuando entran las tropas cristianas en la ciudad.

En definitiva, Almería, durante el período musulmán, fue cuando alcanzó su máximo esplendor, especialmente en el siglo XI-XII, tras la caída del Califato de Córdoba, y se convirtió en un populoso centro de civilización. Posteriormente, siete siglos después, a mediados del siglo XIX, volverá a alcanzar un importante dinamismo social y económico que surge al amparo de la minería y el comercio de la uva que enriqueció a la burguesía.

En la actualidad, Almería tiene una economía firme, que tiene sus más importantes pilares en el turismo y en el sector agrícola, a través de los cultivos en invernaderos.

1. La Alcazaba y su entorno

Nuestro primer paseo por Almería comienza en la Plaza Vieja, actual Plaza de la Constitución. Este será el punto de partida de más itinerarios, por lo que nos detendremos en ella más adelante. Como primer punto imprescindible de todo itinerario que se precie a la ciudad de Almería, deberemos visitar el Centro de Interpretación Patrimonial de Almería, ubicado a un costado de la plaza.

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No se puede entender la cultura de un lugar sin tener una visión de conjunto, más allá de los datos, análisis y estilismo de sus sitios y monumentos. Y precisamente es la visita a este Centro la que nos dará las claves y las pautas para entender, más allá de descripciones meramente analíticas, el sentido y sentir de la ciudad, su historia y su evolución.

En sus plantas de exposición recorreremos, de forma temática, y comenzando en la planta baja, la Almería musulmana desde su fundación en el siglo X hasta la conquista por los Reyes Católicos. Deberemos prestar especial atención a la maqueta de la Alcazaba. En la segunda planta, un recorrido por la Almería cristiana y contemporánea a través de piezas y un interesante montaje interactivo. En la tercera planta, dedicada a la Almería actual, podremos además contemplar las magníficas vistas de la ciudad, muralla y Alcazaba, desde su terraza.

Con una idea de conjunto de lo que Almería nos ofrece, desviaremos nuestros pasos en dirección contraria a la Alcazaba por la calle de las Tiendas hasta los Aljibes árabes de Jayrán.

Si importante es la visión de conjunto, para entender la Almería andalusí, con la que tematizamos este primer paseo, es esencial conocer uno de los grandes logros de esta época, como es la creación de la infraestructura hidráulica que surtiría de agua a la población y a las tropas. Los aljibes que visitamos, aunque llamados popularmente de Jayrán, no está claro si fueron obra suya o de su sucesor Zuhair, ambos reyes de la taifa del siglo XI. Como sea, la construcción es parte de la red hídrica que abastecía de agua potable las fuentes y pilares públicos. El agua provenía de las fuentes de Alhadra y el aljibe, situados extramuros de la ciudad, y era transportada por una acequia subterránea hasta la desaparecida Puerta de Pechina, o de Purchena.

Los restos conservados del aljibe están formados por tres naves de ladrillo con bóveda sostenida por pilares y arcos. El espacio es usado en la actualidad para albergar exposiciones itinerantes.

 

Volviendo a la Plaza de la Constitución atravesaremos el arco del costado izquierdo del Ayuntamiento y nos dirigiremos a la Alcazaba por las calles José María Acosta y Almanzor, desde esta última avanzaremos paralelos a las murallas del recinto hasta llegar a la escalinata de entrada al recinto.

La Alcazaba es indudablemente el edificio más emblemático de la ciudad de Almería, no solo por marcar su línea de horizonte sino además por ser uno de los componentes esenciales de su estructura urbana. Es divisada desde cualquier punto de la ciudad de Almería, siendo la mayor de las ciudadelas construidas por los árabes en España.

El conjunto monumental se divide actualmente en tres recintos. los dos primeros de época musulmana y el tercero de traza cristiana.

La puerta principal de la fortaleza, abierta en una torre albarrana o adelantada, conocida como Torre de la Guardia, nos lleva a la Puerta de la Justicia a través de una rampa en zigzag de construcción moderna, guardada por la Torre de los Espejos, que debe su nombre a la leyenda de la existencia de un juego de espejos con los que se hacían señales a las naves que se aproximaban al puerto de la ciudad.

En el Primer Recinto, que aparece actualmente ajardinado, las excavaciones arqueológicas realizadas durante las obras de remodelación de los jardines han documentado dos barrios de viviendas y un cementerio. La única construcción hoy visible es un aljibe y el pozo de una noria que elevaba el agua desde una profundidad de 65 m.

En el extremo oriental se localiza el Baluarte del Saliente, un buen lugar desde el que contemplar el lienzo de muralla que discurre por la Hoya y el cerro de San Cristóbal y que se construyó durante el reinado de Jayrán para defender los nuevos barrios de la ciudad. Desde aquí ascendemos, junto a la muralla norte, hasta la explanada del Muro de la Vela, que separa el primer del segundo recinto y sobre el que se levanta una espadaña con una campana, fundida en 1763, que avisaba en caso de peligro y marcaba los turnos de riego de la vega.

Por el torreón del extremo sur del Muro de la Vela se accede al Segundo Recinto, núcleo fundamental de la Alcazaba, que formaba una pequeña ciudad palaciega dotada de todas sus dependencias. En este recinto se puede visitar un aljibe de época califal y la ermita mudéjar de San Juan, obra ya cristiana del siglo XVI. Frente a ella se reconstruyeron en los años sesenta dos casas musulmanas. Adosados a la muralla norte se localizan los denominados Baños de la Tropa, construcción del siglo XI que continúa en uso hasta el siglo XVII.

El recorrido continúa hacia la zona donde se ubicó el palacio, separado por un grueso muro del resto de edificaciones, y donde se han documentado un área pública, destinada al ejercicio de las funciones del gobierno, y un área privada, residencia del rey.  Al norte de la zona palacial se levanta el cuerpo de un torreón añadido en el siglo XIII, el Muro de la Odalisca.

Tras salvar el foso de entrada nos encontramos en el Tercer Recinto, el castillo al que se accedía a través de un puente levadizo. El interior se organiza en torno al patio de armas, en cuyo centro existe un aljibe y un silo que en ocasiones se utilizó como mazmorra. A la derecha domina el recinto la Torre del Homenaje y a continuación, las torres de la Noria y la Pólvora, con varias piezas de artillería antiguas y que tienen excelentes miradores sobre el puerto.  La Torre del Homenaje presenta una portada gótica con un escudo heráldico de los Reyes Católicos. Su interior refleja la función de residencia que tuvo en origen. Desde el mirador del patio del tercer recinto se puede contemplar el puerto y la ciudad antigua, además de unas magníficas puestas de sol, por lo que no es difícil imaginar desde allí cómo fue la ciudad medieval.

En este punto, si nos asomamos al lado contrario, por la torre más al norte de las tres que preceden a la Torre del Homenaje, podemos contemplar también un completo panorama de los restos conservados de la Muralla de Almería. Imaginemos cómo sería la ciudad amurallada, en su morfología original, siguiendo el recorrido del lienzo visible que baja de la Alcazaba, en su costado norte, por el barranco de la Hoya hasta el Cerro de San Cristóbal para luego bajar de nuevo por la calle Antonio Vico. Podemos trazar imaginariamente el perímetro de la muralla, que en su mayor parte fue derribada en 1855 y que fue mandada edificar por Abd al-Rahman III, junto con el resto de construcciones, para la fundación de la ciudad.

El lienzo oriental, del que se conservan pocos restos, partía del Espolón de la fortaleza, bajaba por la calle de la Reina hasta el mar, corría paralelo a la costa en dirección oeste y subía de nuevo por las calles del Socorro e Impresores hasta enlazar con el extremo occidental de la ciudadela, junto a la posterior Torre de la Pólvora. En su perímetro se abrían varias puertas, tres en el lienzo oriental, la de la Carnicería Vieja, que facilitaba el acceso a la Alcazaba, la puerta de la Imagen o del Águila, situada a la altura de la calle Almedina y la puerta de los Aceiteros o puerta de las Carretas, que comunicaba con la vega. En el flanco meridional existían las llamadas puerta de las Atarazanas y la del Puerto, y en el extremo sur del lienzo occidental la conocida como puerta del Socorro o de la Sortida, que constituía la salida al embarcadero desde el interior de la medina.

Desde este mismo punto, pero dirigiendo la mirada al noroeste, a la izquierda del puente de la autovía que vislumbramos al fondo, podemos observar una oquedad en la montaña. Corresponde a las Canteras califales, lugares de extracción de piedra que cubrieron las necesidades constructivas de la ciudad desde su propia fundación hasta principios del siglo XX. De sus dos principales explotaciones salieron las piedras que levantaron los muros de las atarazanas, o las empleadas en la remodelación de la Alcazaba, Catedral, y otras grandes obras públicas posteriores.

Una vez que hemos salido de la Alcazaba, haremos una parada en la plazoleta del Mirador de la Alcazaba, donde se encuentra la escultura del rey Jayrán. Bajando la escalinata accederemos a la calle Descanso, una de las calles destacadas por su belleza. Si echamos la vista atrás contemplaremos una simpar estampa de la calle con la Alcazaba al fondo, que bien merece una foto. Torcemos por la calle Almedina, calle estrecha, de herencia andalusí, en cuyas bifurcaciones podemos seguir admirando la herencia musulmana con las pendientes y vericuetos característicos del urbanismo de la época. Prestaremos atención, ya que la Iglesia de San Juan Evangelista, nuestro siguiente destino, y cuyo acceso, de sencilla portada tardomanierista, se encuentra en un lateral, no es reconocible a primera vista por la ausencia de torres o espadañas, y solo la delata el chaflán curvo de su sencilla fachada almohadillada.

La actual iglesia de San Juan fue construida en el último cuarto del siglo XVII sobre el solar de la que fue Mezquita Mayor de la ciudad, y posteriormente primera catedral cristiana, arruinada tras el terremoto de 1522. Su construcción aprovechó el aún conservado muro de qibla. Del edificio islámico también se conserva el mihrab con decoración almohade. El resto de la antigua edificación fue desmontada y aprovechados sus materiales para la construcción de la Iglesia de San Sebastián.

El mihrab, descubierto en 1930, fue utilizado como capilla y conserva parte de la decoración en estuco de época almorávide. La cubierta original de la iglesia, destruida durante la Guerra Civil, fue sustituida por una bóveda de cañón a casetones que sigue criterios contemporáneos en consonancia con la historia del edificio.

Saliendo de la iglesia y siguiendo la calle dirección al mar, a la derecha, se encuentra la fachada de la antigua Casa de la Misericordia, hoy sede del Instituto Social de las Fuerzas Armadas. Fue edificada en 1784 sobre el solar que ocupaba el patio de abluciones de la mezquita. Además de su fachada barroquizante, destaca el patio porticado, denominado de los Naranjos, tal vez una evocación al desaparecido patio de la mezquita.

Bajamos unos metros más hasta encontrarnos con el Parque de Nicolás Salmerón, que pasearemos en dirección a levante disfrutando de su frondosa vegetación e imaginando la línea de muralla costera que ocupaba el lugar. A la izquierda, nos detendremos a la altura del número 28, donde se encuentra la Casa de la Cruz Roja, en la que fue la Casa de D. Fernando de Roda. Destaca este edificio, datado en el siglo XIX, por ser el último y más elegante ejemplo de arquitectura isabelina doméstica en la ciudad de Almería, obra del arquitecto José Marín-Baldó Caquia. Además de su notable interés artístico, interesa conocer que se levanta en el solar de las que fueron posiblemente las más importantes Atarazanas, al menos de la época califal, época en la que el Puerto de Almería era el puerto principal de al-Andalus por su relación comercial y militar con el norte de África y el resto del Mediterráneo.

Las atarazanas eran los lugares donde se construían y reparaban embarcaciones y todo lo relacionado con la navegación. Por las pocas fuentes documentales que tenemos, sabemos que las de Almería fueron mandadas construir por Abd al-Rahman I en el arrabal de la mariyyat Bayyāna (el puerto de Pechina).

En el 955, tras el desembarco y posterior ataque de los fatimíes, que destruyeron la ciudad, y con la fundación de la ciudad por Abd al-Rahman III que dio paso a la (re)construcción de las Atarazanas junto a la fortificación del núcleo urbano, derivarían en que el Puerto de Almería fuese el más activo de al-Andalus, fondeadero y arsenal de la tropa califal, que en aquel tiempo estaría compuesta por más de doscientos navíos.

Avanzamos unos metros, y nos encontraremos con el Centro de Interpretación Puerta de Almería. Este es un espacio museológico que alberga, de una parte, los únicos restos arqueológicos romanos conservados en la ciudad, una factoría de salazones, y de otra, los restos de una de las puertas de la muralla, que algunos autores señalan que podría ser la “Puerta de las Atarazanas”, dada la proximidad con el antiguo edificio y que comunicaría éstas con el puerto.

Es interesante, además de por el contenido, el destacar que este centro, gestionado por la Junta de Andalucía, surgió tras el debate en la ciudad acerca de la conservación de este tipo de restos que aparecieron en la que fue primera intervención arqueológica urbana en Almería.

2. La Catedral y su entorno

[…] Y eres noble ciudad tan hechicera,
que por ti seducida, de tu suelo
no se aleja jamás la Primavera!

 

Francisco Villaespesa
Intimidades. Flores de Almendro (1916)

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Nuestro paseo comienza en la plaza Julio Alfredo Egea, situada a mitad de la calle Campomanes, donde se ubica el Instituto de Estudios Almerienses y nuestra primera parada, el palacio de los Palacio de los Vizcondes del Castillo de Almansa, sede actual del Archivo Histórico Provincial.

Consta de dos edificios, unidos por su parte trasera, de los que solo se han conservado las fachadas. Uno, el Palacio de los Vizcondes data de 1780 y es uno de los últimos ejemplares de arquitectura señorial con elementos de transición del barroco al neoclasicismo. Son característicos sus balcones, ejemplo de esta transición con elementos barrocos en sus repisas y frontones semicirculares de corte neoclásico en su coronamiento. A sus espaldas, con salida a la calle Infanta, se sitúa el segundo, la que fue casa de don Francisco Jover y Tovar, alcalde de Almería entre 1891 y 1895, proyectada por el arquitecto municipal Trinidad Cuartara Casinello en 1894 con una monumental portada de sillares rústicos y poderoso balcón. En su interior destaca el pequeño patio cubierto en la actualidad, sustentado por cuatro robustas columnas toscanas, en el que se exponen algunos de los fondos del Archivo que bien merecen nuestra atención.

Desde la calle Infanta, y siguiendo a la izquierda por Conde de Xiquena llegamos a la Plaza de la Catedral. Es este uno de los espacios urbanos más característicos, unido intrínsecamente a la actividad de la ciudad y el trasiego de la propia Catedral, que se sitúa en su costado sur. Ya desde el siglo XVI desempeñó la función de lonja o atrio del templo, escenario de ceremonias civiles y religiosas, y punto de encuentro en festividades y rogativas con representaciones de autos sacramentales y otros espectáculos. Ha sufrido muchas modificaciones en el tiempo, conformando su aspecto cuadrangular, bastante regular, y su aspecto actual se lo debemos al arquitecto Alberto Campo Baeza, que en 1979 diseñó un espacio pavimentado en mármol de Macael, con una disposición de altas palmeras que trasuntan los pilares y bóvedas del interior del templo catedralicio.

Al norte se sitúa el Palacio Episcopal, la residencia del prelado, razón por la que a esta plaza en algún momento también era conocida como “del obispo”. Se ubica en este lugar desde el siglo XVI, aunque el edificio actual data de finales del XIX, obra de los arquitectos Trinidad Cuartara Casinello y Enrique López Rull, a los que debemos numerosas obras que contemplaremos en algunos de nuestros paseos por la ciudad. Hasta esta construcción los obispos habían habitado en diversas casas situadas en el lugar adquiridas por el obispo Fernández de Villalán, que fueron transformadas sucesivamente hasta conformar una construcción palacial, muy afectada por los sucesivos terremotos que sufrió la ciudad; en especial el de 1804 que dejó el lugar prácticamente inhabitable.  El estilo es ecléctico, propio del siglo en que se construyó, y su fachada principal concentra una decoración simple que combina elementos arquitectónicos medievales con motivos clásicos.

En el costado este de la plaza destaca la residencia sacerdotal Juan de Ávila, edificio contemporáneo construido en el año 2001 sobre el solar del antiguo seminario. El edificio, de líneas simples y funcionales, consta de dos volúmenes separados por una calle interior que recupera el trazado del antiguo vial que conectaba las puertas musulmanas de la Almedina y la puerta del Este, el tránsito de la ciudad a la vega. Su simplicidad y líneas sencillas con materiales contemporáneos se fusiona con la estética de la Plaza y su entorno.

Situados en la plaza, y mientras contemplamos la magistral fachada principal de la Catedral obra de Juan de Orea, ubicada en uno de los costados y abierta a la plaza, repasamos algunas notas históricas.

La catedral de Almería fue erigida en 1492 en la Alhambra de Granada por el cardenal primado de España don Pedro González de Mendoza, siendo asignada su ubicación en la mezquita mayor de la ciudad, posterior Iglesia de San Juan, situada en la antigua medina y que ya visitamos en el primero de nuestros paseos. Mantendría su actividad hasta 1551, año en el que se traslada a la actual ubicación, debido en parte a los daños sufridos por el terremoto de 1522 y sobre todo al deseo del entonces arzobispo don Diego Fernández de Villalán de engrandecer la ciudad con un nuevo templo, acorde a la importancia que jugara Almería en la época como defensa de la costa del Reino de Granada y los intereses de la política imperial del emperador Carlos I en el Mediterráneo y el Norte de África con Almería como frontera marítima. Fue orden del emperador, en una decisión impopular, dotar al edificio de su carácter defensivo y ubicarlo fuera de la medina, en el corazón del arrabal de la Musalla, hecho que marcará el desarrollo urbano posterior de la ciudad. Esto explica la traza del edificio como catedral-fortaleza, con rasgos muy característicos como su estructura militar diseñada para hacer frente a los continuos ataques de los piratas berberiscos que asolaban las costas mediterráneas o su torre edificada con carácter de torre del Homenaje. Su arquitectura de transición entre el Gótico tardío y el Renacimiento, con elementos posteriores del barroco y neoclásico, conforman uno de los exponentes de la arquitectura más importantes de Andalucía. Son destacables sus dos portadas diseñadas por Juan de Orea, la magnífica sillería del coro o la capilla del Santo Cristo con el magnífico sepulcro del obispo Villalán, también obra de Juan de Orea. Se organizan visitas guiadas al interior del templo y a la sala de exposiciones, donde podemos contemplar la Purísima Concepción obra de Murillo. Rodeando el recinto catedralicio, y observando su sólida estructura militar, haremos un alto en la calle Cubo, al exterior del testero de la Capilla del Santo Cristo donde está situado el bajorrelieve conocido como Sol de Portocarrero, denominación que se ha demostrado errónea dado que la factura es anterior al episcopado de este obispo, y bien podría llamarse más correctamente Sol de Villalán. Se trata de un rostro antropomorfo bordonado con cintas, convertido en símbolo de la ciudad de Almería.

Un poco más adelante llegamos a la ajardinada Plaza de Bendicho con el sencillo monumento dedicado a la escritora Celia Viñas. Adosadas a la estructura de la catedral, debido a la confianza en la reducción de ataques a la ciudad a finales del siglo XVII, se sitúan distintas construcciones como la que fuese cárcel eclesiástica, y sede del colegio de seises, destinada en la actualidad a oficinas de la parroquia catedralicia, o el más destacado edificio, la Casa de los Puche, hoy en día sede de la Hermandad del Prendimiento de Almería. Es ésta un ejemplo de residencia burguesa edificada en 1700, con el esquema típico de casa de dos plantas organizado en torno a patio central porticado y zaguán de acceso, y que tras su restauración ha dejado al descubierto una interesante bodega de tinajas o los azulejos de la escalera con una característica decoración de pajaritos. Alberga un interesante museo de enseres de Semana Santa de la cofradía.

Seguimos rodeando el exterior del templo catedralicio y en este punto podemos hacer un alto en el cercano Museo de la Guitarra Española en el que se conserva la guitarra española más antigua de la historia, que data de 1684, obra del luthier almeriense Antonio Torres, que a su vez da nombre al museo. Más adelante, doblando por la calle Duendes, y al final de ésta, llegaremos al Hospital Provincial, otrora conocido como Hospital Real de Santa María Magdalena, cuya fundación fue otorgada por los Reyes católicos en 1492 en la misma acta de erección que la de la Catedral y sus obras fueron promovidas por el obispo don Diego Fernández de Villalán e iniciadas hacia 1546. Su origen renacentista aún se atisba en su patio porticado, originariamente abierto por uno de sus lados, mirando al mar. Con numerosas modificaciones tras la desamortización de 1835 y su secularización, además de la construcción de la capilla y el hospicio en el siglo XIX, destacan de la edificación original los alfarjes de madera, y sobre todo el gran artesonado corrido de la planta principal, quizás el más largo conservado con sus 37 metros de longitud, y caso excepcional de carpintería en la provincia al armarse en un edificio no religioso. Consta de una armadura de limabordón con parejas de tirantes sobre canes de cabezas talladas y adornado con labor de lazo y pifias de mocárabes. En la fachada de cantería destaca la monumental portada datada en 1778, como consta en la inscripción que la corona, junto con el escudo real de los Borbones.

Regresando sobre nuestros pasos volvemos a la catedral y seguimos bordeando el muro defensivo del edificio para llegar al cercano convento de las Puras, uno de los conjuntos artísticos más importantes de la ciudad. Al final de la calle Velázquez, en el recodo que hace la calle José Ángel Valente, vislumbramos, escondida, la magnífica portada barroca del XVIII que da acceso a la iglesia, en la que desarrolla un característico dintel curvo que aloja la hornacina, y una densa decoración vegetal que rodea el escudo de la familia Cárdenas, fundadores del convento. Caracteriza esta fachada además la torre mudéjar del XVII; la iglesia, de una nave de cajón, posee una bella decoración barroca de la que destaca el altar mayor. La otra portada que da acceso al convento, que ocupa una amplia extensión, da a la calle Cervantes y es una portada datada en el siglo XIX, oculta entre las construcciones linderas de época más moderna. El edificio ocupa una amplia extensión y su fundación data de 1515, destinado a clausura de la Orden de las Concepcionistas Franciscanas. Está organizado en torno a un patio porticado y claustro de planta rectangular, y destaca además de lo anteriormente reseñado, por sus pinturas murales y cubiertas mudéjares.

Siguiendo por la calle José Ángel Valente y dejando atrás la portada del convento, al final de la calle, de frente, se halla el último punto de nuestro recorrido, el palacio de los Marqueses de Cabra, actual archivo municipal. Estilísticamente es una típica casa-palacio neoclásica de mediados del XIX, de estilo isabelino, siendo uno de los más monumentales y puros de la ciudad en su estilo. Es el tipo de edificios construidos por la aristocracia de la época en las arterias principales de la ciudad para destacar socialmente. De fachada armónica y regular, se estructuran sus estancias nobles en torno a un gran patio de luces sustentado por columnas toscanas, manteniendo su estructura original, la cual sí ha cambiado para su nuevo uso en lo que respecta a las estancias del servicio tras la rehabilitación del año 2004.

3. De la Plaza de la Constitución al Paseo. La zona oriental del antiguo arrabal de La Musalla

“¡Qué lejos ya, nuestra vida en Almería!,
sus recuerdos queridos están escritos en oro. […]”

 

Ibn Yabir

Paseo 3: De la Plaza de la Constitución al Paseo

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Nuestro recorrido comienza en la conocida como Plaza Vieja, o Plaza de la Constitución. Este es uno de los espacios más destacables de la ciudad, que ya en época musulmana albergaba mercados y fiestas y estaba rodeado de bazares, fondas y baños. Tras la conquista de la ciudad por los Reyes Católicos pasó a denominarse Plaza del Juego de Cañas en alusión a uno de los principales festejos que se celebraban. No sería hasta el siglo XVII cuando se trasladara a esta ubicación el Concejo o Ayuntamiento, ocupando varias casas del entorno.

Su imagen actual la debemos a las obras que tuvieron lugar a partir de 1785 en las que se planificó la construcción de soportales que alojasen el mercado de la ciudad y la unificación de fachadas siguiendo el modelo de Plaza Mayor que imperaba en la época.

El edificio del Ayuntamiento, recientemente remodelado, ocupa varias de las casas de la plaza, destacando la fachada del cuerpo principal, en su conjunto, obra del arquitecto Trinidad Cuartara, quien en el siglo XIX unifica los espacios y levanta la fachada principal, salón de sesiones, la escalera, la torre y la biblioteca, todo con un estilo clasicista de tradición palacial urbana.

Centra la plaza el conocido popularmente como “Pingurucho de los Coloraos”, cenotafio con forma de columna en honor de los constitucionalistas que se rebelaron contra el absolutismo de Fernando VII en 1824, y que en su inicio estaba levantada en la Puerta de Purchena.

A espaldas de la plaza se sitúa la Iglesia del Convento de las Claras, único edificio superviviente del antiguo Real Monasterio de la Encarnación. La fundación de este convento se remonta a la época de la conquista de la ciudad por los Reyes Católicos, aunque por diversas vicisitudes no será hasta 1756 cuando las religiosas llegan finalmente a la sede. Ocupaba las casas solariegas que dejara en testamento don Jerónimo Briceño de Mendoza en 1590. De toda la edificación conventual solo queda en pie la iglesia, trazada por el granadino Simón López de Rojas a comienzos del XVIII. Tiene dos portadas, la principal que da a la calle Jovellanos constituye uno de los mejores ejemplos de arquitectura barroca de la ciudad. El interior de la iglesia, con planta de cruz latina, está cubierto por bóvedas de cañón y sobre el crucero voltea una bella cúpula sobre pechinas profusamente decoradas y tambor octogonal con un cuerpo de luces con ventanas abocinadas que confieren una característica iluminación al recinto.

Continuamos el paseo por la calle de las Tiendas, que ya recorrimos anteriormente en la visita a los cercanos Aljibes de Jayrán. Esta vez nos detendremos a mitad de la calle, en la confluencia con Hernán Cortés. A mano derecha nos encontramos con la Iglesia de Santiago, en la que lo primero que nos llamará la atención es su característica torre-puerta, obra de Juan de Orea construida en 1522, aunque la iglesia en sí, de traza mudéjar, había ya iniciado su construcción en años anteriores. De Juan de Orea igualmente es la portada monumental de la fachada norte. El templo ha sufrido numerosas vicisitudes tanto por las desamortizaciones como en la guerra civil, en las que la pérdida más notable fueron sus armaduras mudéjares. Fue restaurado en los años 40 del siglo pasado. Destaca de su interior la capilla de Santa Lucía, cubierta con bóveda nervada y con una bella portada clasicista.

Junto a la iglesia, en el nº 1 de la contigua Plaza de las Flores, se encuentra uno de los edificios más interesantes y singulares conservados en Almería de la primera mitad del siglo XX. Es un notable ejemplo de arquitectura historicista obra del arquitecto Guillermo Langle Rubio, de 1925, en el que destaca su fachada y la balconada, profusamente decoradas.

 

Siguiendo la calle Plácido Langue llegaremos a la plaza de San Pedro, donde se encuentra la que fuese iglesia del antiguo monasterio de San Francisco, fundado por los reyes católicos, hoy Iglesia de San Pedro. La edificación actual se construyó a finales del siglo XVIII en sustitución del edificio original, destruido en los terremotos de 1770 y 1790, y es obra del arquitecto madrileño Juan Antonio Munar, arquitecto igualmente del claustro de la catedral. Es un edificio neoclásico de fuerte impronta academicista y resulta característico su interior, de una nave cubierta por bóveda de cañón, sin crucero, que remata en semicírculo en el presbiterio, lo que le confiere una fuerte unidad longitudinal y de perspectiva.

Saliendo de la plaza por la calle Floridablanca pasearemos bajando la calle Real y disfrutando de la que otrora fuese principal arteria de la ciudad y corazón de la vida social almeriense. Esta calle, ya en época musulmana, concentraba la actividad comercial y artesanal y sería conocida anteriormente como calle del Mar, calle de los Mesones o calle Real de la Cárcel, ya que en ella se encontraba la antigua cárcel, edificación desaparecida obra también de Juan Antonio Munar.

A la altura del cruce con la calle Infanta no desviaremos para visitar la Iglesia de las Esclavas, antigua de San Pedro el Viejo. Edificada sobre una antigua mezquita, le precedió un templo mudéjar que fue dañado en el terremoto de 1522. La construcción actual de sillería lo sustituye, a expensas del obispo Portocarrero, a principios del siglo XVII. Es un edificio que ha sufrido diversas vicisitudes y cambios de uso, lo que se refleja en los restos cegados de vanos de la fachada lateral. De una sola nave, cubierto con armadura mudéjar, destaca la bóveda esquifada de tres paños que, junto con la portada hoy desaparecida, fueron obra de Marcio Infante, al más puro estilo manierista.

Seguimos nuestros pasos en dirección a la Plaza de la Virgen del Mar donde se encuentra el santuario del mismo nombre dedicado a la advocación de la patrona de Almería, antigua iglesia del Convento de Santo Domingo, y junto a ella la actual escuela de Arte, que ocupa el espacio del claustro de este importante convento, fundado por los Reyes Católicos en 1492.

 

La Iglesia Basílica de la Virgen del Mar responde en lo substancial a la fábrica levantada en la primera mitad del siglo XVI, ejemplo de transición del gótico al renacimiento, como tantos otros edificios levantados en Almería tras la conquista. Con planta de cruz latina y tres naves de tres tramos, lo más interesante es la cubierta del crucero, en la que las bóvedas de cañón convergen y apoyan en grandes trompas con veneras. En 1936 sufre un pavoroso incendio en el que se perdió entre otros elementos un magnífico retablo barroco. La restauración del edificio se realizó bajo proyecto del arquitecto Guillermo Langle. La talla de la Virgen del Mar es la imagen religiosa más antigua que se conserva en Almería que, según los testimonios documentales, llegó flotando a la playa de Torregarcía en 1502, tal vez como consecuencia de un naufragio, y fue trasladada al convento. Es una talla gótica de madera policromada de finales del siglo XIV.

El contiguo claustro del antiguo convento, hoy Escuela de Arte de Almería, fue construido en el siglo XVI y remodelado en el XVIII, con dos plantas y jardín. En 1810 el convento fue suprimido por los franceses, posteriormente desamortizado, y despojado de sus pinturas, biblioteca y mobiliario. Fue destinado a centro de enseñanza, lo que provocó numerosas modificaciones en su distribución. Del claustro destacan algunos restos interesantes como es la decoración de los arcos de medio punto con los escudos reales y de la Orden de Santo Domingo, una portadita encuadrada con alfiz de estilo gótico y otra de estilo manierista. El claustro sirve a menudo para la celebración de exposiciones.

4. El Paseo y el ensanche de Levante

“La fuente de la Puerta de Purchena
es un pretexto para los fotógrafos
y un ultimátum para el arco iris. […]”

 

Alexis Díaz-Pimienta.
Discurso del transeúnte ante la fuente de la Puerta de Purchena.

Paseo 4. El Paseo y el ensanche de Levante

Descargar Callejero del Paseo 4: El Paseo y el ensanche de levante

Iniciamos nuestro paseo en la plaza conocida como Puerta de Purchena. En este lugar estuvo ubicada la Bab Bayyana, una de las puertas abiertas en el cerco de murallas del siglo XI para defender el arrabal de la Musalla, y de la que partían los caminos hasta la antigua ciudad de Pechina y los territorios del norte y este. En época cristiana, por deformación, pasó a llamarse Puerta de Purchena, nombre que ha heredado la plaza conformada tras el derribo de las murallas en 1855. Esta plaza constituye el centro neurálgico de la ciudad y ha experimentado numerosas reformas, la última de las cuales, de 2005, nos ha dejado elementos característicos como la escultura en bronce del político almeriense Nicolás Salmerón y Alonso.

En la plaza se conservan algunos edificios señeros de principios del siglo XX, como es la Casa de las Mariposas que hace esquina en uno de sus flancos. Es un edificio diseñado por Trinidad Cuartara y edificado en 1909 que debe su nombre a las mariposas metálicas de colores que decoran las barandillas del castillete del edificio, elemento singular rematado en una cúpula. El edificio presenta una decoración ecléctica característica de la época, en la que destacan elementos de ornamentación modernista tanto en los balcones como en las escaleras del interior del inmueble. En el extremo opuesto, esquina con la Rambla de Alfareros, podemos contemplar otro edificio muy característico por su decoración modernista, obra del arquitecto Enrique López Rull de 1910, en el que llaman la atención los arcos del entresuelo que, aunque proyectados de medio punto, fueron levantados en forma de herradura bulbosa. El edificio contiguo, aunque proyectado también por López Rull, fue rediseñado posteriormente por Guilermo Langle Rubio, que añadió elementos de cerámica vidriada y otros recursos muy del gusto regionalista de esa época.

A pocos metros nos encontramos con la Iglesia de San Sebastián, en la plaza del mismo nombre. En su terreno se encontraba edificada una pequeña mezquita o rábita, ubicada extramuros de la ciudad, que en época cristiana fue sustituida por una ermita dedicada a San Sebastián, a cargo de los frailes de la Santísima Trinidad. Esta fue sustituida por un templo de mayores dimensiones en 1674 que sería sede de la parroquia de San Sebastián, que daba servicio a la incipiente población de este paraje, para cuya construcción se aprovecharon materiales de la antigua catedral de la Almedina. El templo actual se debe a la ampliación y rediseño realizados en el siglo XVIII, con sobria fachada de Ventura Rodríguez.

 

De vuelta a la Puerta de Purchena ante nosotros se inicia el denominado actualmente Paseo de Almería, surgido a consecuencia del derribo de las murallas en 1855, y concebida como la principal arteria urbana de Almería siguiendo la moda de construcción de grandes vías alineadas que empezaba a imperar en las capitales europeas. Desde su origen fue el lugar elegido por la burguesía almeriense para construir sus grandes casas y los edificios de mayor entidad y trascendencia para la vida cotidiana y social, de los que quedan aún algunos buenos ejemplos que vamos a ir viendo mientras transitamos por la vía.

Calle abajo giramos a la izquierda por la calle Aguilar de Campoo para dirigirnos al Mercado Central, no sin antes detenernos a contemplar la fachada del edificio esquinero, proyectado por Langle Rubio en 1924, en el que destaca su fachada historicista con profusa ornamentación neobarroca que convive con decoración de cerámica vidriada y otros elementos de carácter regionalista.

El Mercado Central es obra del arquitecto Trinidad Cuartara Casinello, inaugurado en 1898, y venía a sustituir al mercado ubicado en la antigua Plaza de Juego de Cañas, actual de la Constitución. Fue impulsado por el Ayuntamiento y construido en la categoría de arquitectura del hierro, siendo el modelo más original de los construidos en esta categoría en Almería hasta esa fecha. Sobre un basamento de sillería que conforman los sótanos, destinados inicialmente a almacén y alhóndiga, se elevan las cinco naves divididas por finas columnas de hierro, que otorgan una gran diafanidad al espacio, y cubierta por una armadura también de hierro sobre la que se asientan directamente las tejas vidriadas en rojo y verde del tejado. El exterior está recubierto por paramento de ladrillo, en estilo clasicista, al igual que las fachadas adyacentes, proyectadas de manera homogénea, formando un conjunto urbano con edificios de baja altura y con la previsión de que si fuese necesario pudiesen cubrirse con armaduras de cristal, lo que hubiese dado lugar a un pasaje comercial en la línea de los levantados en otras ciudades burguesas del siglo XIX.

A espaldas del mercado, en la Rambla del Obispo Orberá, se encuentra el Teatro Apolo, también obra de Trinidad Cuartara, de pequeña envergadura. Es uno de los dos teatros del siglo XIX que se mantienen en Almería que sustituyó el antiguo teatro Calderón, aunque en este caso solo se conserva la fachada, pues fue totalmente remodelado entre 1986 y 1992. Siguiendo por la Rambla podemos acercarnos a la cercana Iglesia del Colegio de la Compañía de María, obra de López Rull de finales del siglo XIX, en el que destaca su fachada historicista de cantería integrada con el conjunto del colegio, y en su interior sus tres naves separadas por parejas de columnas de hierro pintado.

Volvemos nuestros pasos por la calle Navarro Rodrigo y a la derecha podemos contemplar la actual sede de la Diputación Provincial, que fuese antigua casa de Don Juan Lirola, político liberal y alcalde de la ciudad a finales del XIX. Constituye el primer ejemplo de casa-palacio urbana en Almería. Edificado en 1880 y ampliado en 1884 por Trinidad Cuartara, de estilo ecléctico propio de la época, se construye en torno a un jardín interior actualmente cubierto. Sus fachadas laterales confluyen en un cuerpo curvo que servía de entrada principal, con un gran mirador en la planta superior. La decoración, tallada en piedra, se concentra en los vanos, con interesantes cabezas femeninas, las ménsulas de los balcones y las cornisas de remate.

De vuelta al Paseo, nos dirigimos calle abajo hasta la plaza Juan Casinello, que sería el límite de las obras de la primera fase del Paseo. Nos encontramos ante la fachada del Edificio Banesto, levantado sobre el solar que ocupara el Teatro Principal o Teatro Campos. Es un magnífico edificio, obra culmen de Trinidad Cuartara, edificado en 1907. En su tiempo fue el edificio de mayor envergadura de la ciudad, y en su estilo es un claro ejemplo de clasicismo de tradición francesa en el que destaca el espacio circular que sobresale a la plaza.

Más adelante nos encontramos con el Teatro Cervantes y el Círculo Mercantil, diseño del arquitecto Enrique López Rull en estilo clasicista con empleo de elementos renacentistas, barrocos y naturalistas. En su interior sigue el modelo tipológico de los teatros italianos, con patio de butacas en herradura y palcos palaciegos.  En uno de los costados se abre el Paseo de la Fama, en el que se rinde homenaje con estrellas de bronce macizo en el pavimento a los actores y cineastas más destacados que han trabajado en la provincia.

Puede ser interesante desviarnos del paseo y dirigirnos a la cercana Iglesia de San Nicolás, antigua Iglesia de la Sagrada familia. Es una pequeña capilla situada en la calle Reyes Católicos, a espaldas del Paseo, de principios del siglo XX. Preside su fachada, de estilo ecléctico con elementos de estilo románico y gótico, un relieve que representa la huida de la Sagrada Familia a Egipto y una pequeña y elegante torre central. En su interior destacan los frescos realizados por el pintor Carlos López Redondo. Cercano también se encuentra el Instituto Celia Viñas, destinado en origen a ser la sede de la Escuela de Artes y Oficios; un monumental edificio concebido en los presupuestos del neoacademicismo del primer cuarto del siglo XX, y que supone uno de los referentes arquitectónicos del ensanche burgués de Levante. Frente a su lateral, en la calle Eguilior número 3, se halla uno de los pocos ejemplos de arquitectura doméstica en la que domina la ornamentación modernista y que conserva aún la decoración escultórica. Es la única incursión del clasicista Trinidad Cuartara en el Art Nouveau.

 

Retomando nuestro recorrido por el Paseo de Almería pasamos por el edificio de la Agencia Tributaria, con su característica fachada con distintos tipos de piedra y el balcón tribuna presidido por el escudo del águila imperial, y más adelante, la que fuese la antigua sede de la Sociedad Casino Cultural, actual Delegación del Gobierno de la Junta de Andalucía, uno de los ejemplos más sobresalientes de la arquitectura doméstica almeriense del siglo XIX, con sus paramentos de ladrillo rojo sobre los que montan pilastras, frontones y balaustradas de piedra y mármol, que acentúan su monumentalidad.

Acaba el Paseo en la Plaza Circular, presidida por el edificio del número 81, obra de López Rull, uno de los últimos ejemplos de historicismo arquitectónico con fuerte influencia del Art Nouveau. El resto de construcciones que forman unidad arquitectónica con la plaza ya se encuadran en la arquitectura autárquica de mediados del siglo XX, como es el de la Dirección Provincial de la Seguridad Social, la cercana sede de la Subdelegación del Gobierno en la calle Gerona o el del antiguo Banco de España, con diseño clasicista y solemnes fachadas. Junto a este último, el Palacio de Justicia, que sigue el mismo estilo sobrio de los anteriores en su composición, caracterizado por su característica torre y la monumentalidad de su entrada, con decoración musivaria.

En la misma Plaza Circular, en contrapunto con lo visto hasta ahora, podemos finalizar la visita en la conocida como Casa Vasca o Casa Montoya, sede del Museo de Arte Doña Pakyta. Por su característica arquitectura rompe la uniformidad del entorno, y es un delicioso ejemplo de arquitectura regionalista, aunque inspirado en la arquitectura montañesa y no en la andaluza, con elementos neobarrocos, diseño de Guillermo Langle Rubio de 1928. En su interior, el museo alberga una amplia panorámica del arte almeriense desde 1880 hasta 1970.

5. La fachada marítima de Almería

La notable expansión urbana que experimenta la ciudad en los siglos XIX y XX gracias al desarrollismo industrial se refleja en nuevos y notables edificios en las áreas de expansión. En este recorrido nos centraremos en las zonas que quedaron libres tras el derribo de la muralla marítima y la apertura de Almería a su puerto y al mar.

Paseo 5. La fachada marítima de Almería

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El Eúfrates y el Tigres no dejan correr más agua
que sus dos manos generosidad, si se admite que Almería es Bagdad.
Gracias a él las estaciones y el clima son templados:
diciembre es tan dulce como septiembre y julio como abril.

Ibn Haddad

El itinerario que iniciamos sigue la línea de la muralla que separaba la ciudad del puerto y el mar a lo largo de la costa. Lo iniciamos en la pequeña Iglesia de San Roque, situado en el que fue barrio del Aljibe, actuales barrios de Pescadería y La Chanca. El templo está construido sobre un oratorio del viejo barrio musulmán de al-Hawd, y fue dedicado a San Roque, patrón de pescadores y abogado contra la peste. Es uno de tantos edificios de la ciudad que ha sufrido muchas vicisitudes a lo largo de su historia, pero la más importante, su destrucción en 1936, por lo que la iglesia actual obedece a un proyecto de 1945, y supuso una de las actuaciones de la Dirección General de regiones devastadas en Almería. Su estilo es ecléctico, con influencias neoclásicas, precedido por una elegante escalinata de piedra que le da acceso. Desde el pretil de su atrio podemos contemplar una buena vista del puerto y el mar.

Continuamos por la avenida hasta llegar al comienzo del Parque Nicolás Salmerón, el parque por antonomasia de la ciudad, que recorreremos en tranquilo paseo a lo largo de su más de kilómetro y medio de recorrido repleto de un extenso y exuberante arbolado, esculturas y fuentes. Constituye el espacio verde más extenso de la ciudad y forma parte de la identidad histórica de la ciudad. Vino a sustituir el espacio dejado por la demolición de la muralla que en paralelo separaba la ciudad del mar. El paseo fue construido en dos fases, la primera, desde el punto del que partimos hasta la calle Real se conoce como el parque Viejo, ajardinado desde 1890, con árboles de grandes troncos. El parque Nuevo, en su último tramo hasta la Rambla, fue proyectado por el arquitecto Guillermo Langle y ajardinado a finales de los años 30 del siglo pasado, con una vegetación más variada que alterna árboles con arbustos, setos y abundante flora. Jalona todo el conjunto una serie de fuentes y monumentos como son la Fuente de los Peces, la de los delfines o la Fuente del Remero.

Un poco antes de llegar a la confluencia de la parte Vieja con la Nueva, podemos desviarnos unos metros para visitar el Centro Andaluz de la Fotografía. Situado en el edificio que ocupase en el siglo XIX el Liceo Artístico y Literario de Almería, una casa solariega de los siglos XVI-XVIII, expone los fondos fotográficos que surgieron del proyecto Imagina en 1992, en los que artistas de prestigio internacional viajaron a Almería para exponer sus obras. Cuenta con exposiciones temporales de gran categoría.

 

De vuelta al Parque continuamos el camino; dejando a la izquierda el inicio de la Rambla de Almería atisbamos nuestra próxima parada, el cargadero de mineral más conocido como “Cable Inglés”, situado en la playa de las Almadrabillas.

Es un soberbio ejemplar de arquitectura e ingeniería industrial que identifica y da personalidad a la fachada marítima de Almería. Es un muelle-embarcadero construido a principios del siglo XX y que servía para embarcar el mineral de hierro que se extraía de las minas de la localidad granadina de Alquife, que eran transportadas en tren hasta el mismo embarcadero y mediante un sistema de descarga por gravedad era vertido en tolvas ubicadas en el paso inferior, que quedaban a la altura de los barcos que atracaban en los laterales de la estructura y recibían el mineral por medio de plataformas que se desplegaban y dejaban caer la carga hacia los barcos.

Siguiendo el paseo que transita paralelo a la vía del tren que finaliza en el embarcadero, y dejando a la derecha el sobrecogedor monumento dedicado a los almerienses asesinados en el campo de concentración de Mauthausen, llegamos hasta la Estación de ferrocarril, soberbio edificio obra del ingeniero francés Laurent Farge iniciado en 1893, que formaba parte de la construcción de la línea ferroviaria Linares-Almería. Posee un estilo ecléctico con una construcción de hierro, cristal y ladrillo que no deja de sorprender por su belleza; conjuga lo industrial del material con la monumentalidad del resultado final con abundancia de elementos decorativos de cerámica vidriada que alternan con el rojo del ladrillo, el metal y el vidrio repartidos en sus tres pabellones.

Podemos finalizar nuestro recorrido con la visita al cercano Museo de Arte de Almería, extensión del ya visitado en la casa de Doña Pakyta, ubicado frente a la Estación de Ferrocarril, en un complejo que combina dos edificios contiguos entre sí, la característica casa de estilo regionalista, obra de Guillermo Langle y edificada en 1927 y el edificio de líneas posmodernas obra del arquitecto Antonio Góngora, inaugurado en 1988, que envuelve al anterior con una estructura plástica diseñado con un interior diáfano de varios niveles. En esta sede se exponen obras de las vanguardias surgidas en Almería desde los años 80 del siglo pasado, obra fotográfica y exposiciones temporales.

 

6. La Ronda de Almería

El itinerario nos lleva a recorrer la zona de expansión urbana más destacable de la ciudad, resultado de la urbanización de las antiguas ramblas que atravesaban la ciudad, siendo este el hecho más transformador del paisaje almeriense en el siglo XX.

“[…] Tú tienes la Luz por amante. ¡Tierra afortunada! Que concibe el fruto de su divino deseo. […]”

Aldous Huxley. Soneto “Almería”.

Paseo 6. La Ronda de Almería

Descargar Plano Callejero del Paseo 6. La Ronda de Almería

Comenzamos nuestro paseo en la Plaza Juan del Águila Molina, denominada antaño como Plaza de Barcelona. En este espacio podemos contemplar diversos ejemplos de arquitectura moderna, como son la antigua Estación de Autobuses, obra del arquitecto Guillermo Langle, notable ejemplo de arquitectura racionalista con fachada cóncava y sobriedad decorativa propia de su estilo, limitándose a elementos ornamentales arquitectónicos en sus chaflanes. Frente a ella, el notable edificio de acero, cristal y piedra, sede de la entidad bancaria almeriense Cajamar, de factura reciente y con fachada curva, en yuxtaposición con la opuesta de la estación de Autobuses. Al centro de la plaza, la escultura abstracta de acero de Fausto Rodríguez.

Continuamos por la carretera de Ronda y a pocos metros nos encontramos con el Museo Arqueológico de Almería, situado en el bello edificio moderno diseñado por los arquitectos Ignacio Pedrosa y Ángela García Paredes. Merece la pena sentarse un momento en su plaza y contemplar esta bella obra, bajo su jardín de palmeras recuerdo de fenicios y su arquitectura de alcorques rectangulares, tal vez inspirada en los templos egipcios, que nos dirigen hacia la escalinata de entrada al museo.

La visita al museo conjuga de manera didáctica y muy visual la presentación de piezas, grafismos, ilustraciones, audiovisuales y maquetas, haciendo un recorrido por las sociedades que habitaron el sureste peninsular desde el 3er milenio antes de nuestra era. Dividida en tres plantas, la planta baja nos muestra uno de los recursos museográficos de mayor interés, la reproducción a escala real de un corte estratográfico en el que se observan los estratos arqueológicos desde la roca madre hasta la actualidad. En la primera planta se tratan las primeras sociedades agrícolas y ganaderas y el ámbito expositivo dedicado a la cultura de Los Millares. En la planta segunda la exposición sobre la cultura argárica y finalmente en la última planta un espacio dedicado a la sociedad romana y a la Almería islámica.

 

Una vez finalizada la visita al museo nos dirigimos a la Avenida Federico García Lorca, en la que nos encontramos con una de las actuaciones urbanísticas más importantes de las realizadas en Almería en el siglo XX, como es la urbanización de las antiguas ramblas de Belén, Obispo y Amatisteros que, de sur a norte, atraviesa la ciudad. Diseñada a modo de salón, poblada de vegetación y ornamentada con fuentes, obeliscos y varias esculturas, en tranquilo paseo podemos llegar a la que fuese antigua embocadura, en la que una Rosa de los Vientos y las letras de Almería saludan al visitante junto a la fuente de la Plaza de las Velas. Desde este punto iniciamos el paseo por la Rambla disfrutando de monumentos como el de La Caridad, el más antiguo monumento público conservado en Almería de 1897. Continuaremos el paseo por la Rambla hasta llegar a la altura del Anfiteatro, donde confluye la calle rambla de Amatisteros, para acercarnos a la Iglesia de San José, un ejemplo de templo de reciente construcción diseñado por Javier Peña, siguiendo los planteamientos estéticos que se derivaron del Concilio Vaticano II. Merece la pena ver el conjunto de imágenes escultóricas obra del escultor granadino Sánchez Mesa que alberga en su interior.

De vuelta a la Rambla continuamos su trazado hasta la rotonda donde se cruza la calle Granada y seguiremos por la calle Humilladero hasta llegar a la Plaza de Toros. Construida entre 1887 y 1888, es diseño de los arquitectos municipales Trinidad Cuartara y Enrique López Rull, en un monumental eclecticismo de raíz clásica, característico en las obras de Cuartara. Tiene tres portadas monumentales, la principal a modo de arco de triunfo con el cuerpo superior con característicos arcos de herradura. Al interior, el hierro domina en la estructura de los pisos superiores, barandillas y las esbeltas columnillas que distribuyen palcos y graderío.

Nuestro recorrido siguiendo el trazado de la Rambla, por la calle Belén, termina en el Cortijo Fisher o Villa Cecilia, actual sede del Instituto Andaluz de la Mujer. Restaurado en fechas recientes, fue edificado a finales del siglo XIX y constituyó una villa suburbana residencia familiar de Herman Fisher, que fuese cónsul de Dinamarca en Almería y próspero comerciante en el negocio de la exportación de la uva de mesa. Es un magnífico edificio de estilo modernista, de tres plantas, con detalles decorativos propios del art Nouveau.

Buscamos la calle Cuzco para dirigirnos a nuestro siguiente punto de interés, la Iglesia de San Agustín. En el recorrido por esta calle y la continuación por la calle Doctor Paco Pérez podemos observar algunos ejemplos de arquitectura típica almeriense, las conocidas como “casas de puerta-ventana”. Es una tipología de vivienda genuino de la clase trabajadora almeriense de la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX, caracterizada por ser viviendas estrechas y alargadas, en forma de cajón, con zaguán y pasillo que atraviesa la vivienda hasta el fondo, donde se abren la cocina y el patio o corral. En la fachada, más alta que ancha, se abren dos vanos, puerta y ventana, con especial atención a la decoración con molduras de piedra de cantería.

La Iglesia de San Agustín se encuentra en la calle rambla Alfareros, al final de la calle Doctor Paco Pérez. Construida en 1931 y restaurada posteriormente por Guillermo Langle Rubio en 1947, presenta un estilo neobarroco con un interior en planta basilical en el que destaca la capilla mayor, con pinturas del fraile dominico Joaquín Delgado en 1954. De interés también son las imágenes procesionales del Descendimiento, obra de Eduardo Espinosa Cuadros, y la Virgen del Consuelo del sevillano Antonio Castillo Lastrucci.

 

Tras esta breve visita nos dirigiremos a la Puerta de Purchena, siguiendo la Rambla de Alfareros y la Avenida Pablo Iglesias, donde visitaremos los Refugios de la Guerra Civil. Estos refugios antiaéreos fueron construidos tras el intenso bombardeo sufrido por Almería en mayo de 1937, y fueron obra del arquitecto municipal Guillermo Langle. Constituyen una red de túneles de más de 5 kilómetros de extensión a 9 metros de profundidad, con capacidad para albergar a 34000 personas, siendo actualmente uno de los refugios más grandes de Europa. Parte de su recorrido fue rehabilitado en 2006, con recreaciones de espacios como un quirófano, un almacén o un refugio privado. Como curiosidad, algunas de las entradas originales a los refugios aún se pueden ver, reconvertidas en kioscos, en la Puerta de Purchena.

Aunque alejado de este recorrido, debemos recomendar la visita a un espacio situado en el barrio de Villablanca, el conocido como Cortijo Romero, en la calle del mismo nombre, que aloja la Casa Museo del Cine. Alojamiento de reconocidos actores y actrices que grabaron secuencias de películas en la provincia, este edificio cobra especial interés al ser alojamiento del músico John Lennon, cuya estancia inspiró la conocida canción Strawberry Fields Forever. En sus instalaciones se hace un recorrido por el importante pasado cinematográfico de la provincia de Almería y preserva su memoria histórica.

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